Una voz grita en el desierto


Una voz grita en el desierto:
«Preparad un camino al Señor:
allanad en la estepa una senda a nuestro Dios;
que los valles se levanten,
que los montes y colinas se abajen,
que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale».
Que se allanen las diferencias y las desigualdades
porque todos somos hijos de un mismo Dios
y todos merecen un mismo trato.
Que se levanten la justicia y la honradez,
para que la verdad y el bien
sean lo que brille en este mundo.
Que se abajen las cimas del orgullo,
las cordilleras de la arrogancia y de la soberbia
para que la humildad nos haga más humanos.
Que se enderece lo retorcido,
las curvas de la mentira y la manipulación,
los recovecos de las malas intenciones
para que el corazón llegue a ser limpio y transparente.
Que se igualen las asperezas de los hombres
para que sea la ternura y la misericordia
la que presida nuestras relaciones
Que los caminos entre los hombres sean transitables,
que por ellos circule el color verde de la vida
y la persona vuelva a estar en el centro de la vida.
Preparad el camino al Señor…
Y TODOS VERÁN LA SALVACIÓN DE DIOS.

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